A lo largo de estos cincuenta años de existencia Fe y Alegría ha encontrado la forma de llegar al corazón de las y los ecuatorianos.
Para llegar a crear tantos centros educativos ha sido necesario contar con muchas manos, con el compromiso de las familias y comunidades, que finalmente se han apropiado de nuestra misión. Ha sido el esfuerzo, la solidaridad y la confianza de muchos co-creadores el que ha posibilitado una presencia a nivel nacional y que hayamos impactado la vida de cientos de miles de personas con nuestra propuesta de educación popular y promoción social. Este movimiento está en efecto impulsado por ese deseo de transformación que reacciona ante la injusticia, pero ha logrado subsistir porque ese impulso viene dado por el convencimiento de que nuestros hermanos y hermanas merecen una educación digna, independientemente de su capacidad económica o de cualquier otra diferencia que impone la sociedad. Este convencimiento difiere del simple razonamiento o de la capacidad para identificar la injusticia, pues eleva la filiación de nuestros semejantes y diferentes a la categoría de hermanas y hermanos en Cristo, por tanto, nuestro compromiso y lucha a favor de la justicia adquiere otra dimensión. Este es el factor que diferencia nuestra labor del de cualquier otro centro público o privado, pues en nuestras comunidades educativas la maestra, el vecino, la madre de familia, las y los estudiantes están en el centro de nuestro accionar como hermanos y hermanas, hijas e hijos de Dios. Como protagonistas de nuestra historia, los y las colaboradoras de Fe y Alegría debemos recordar siempre ese compromiso de servicio y hermandad.
Debemos aprovechar también todos los medios disponibles para seguir multiplicando este mensaje de Fe y Alegría. El desarrollo tecnológico nos permite en la actualidad facilitar parte de ese encuentro necesario y reconfortante con quienes formamos parte de este movimiento. No obstante, no debemos convertir el medio en fin y considerar que con estos recursos se agotan las posibilidades de encuentro y comunión. Los medios tradicionales, el diálogo directo, el abrazo, difícilmente pueden ser reemplazados por la tecnología. Así como la maestra y el maestro no pueden ser reemplazados en su labor educativa por una computadora, no podemos restringir nuestra comunicación con nuestros aliados y amigos al uso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación.
Como educadoras y educadores, debemos procurar guiar siempre a colaboradores y a todos los miembros de la comunidad a hacer un buen uso de estas herramientas, evitando que se reemplace el contacto directo, el encuentro e incluso la posibilidad de discutir nuestros diferentes puntos de vista.
En un mundo en el que las y los estudiantes tienen acceso a mucha más información que cualquier erudito de siglos pasados, el reto de educar y guiar a la niñez y juventud es mucho mayor. Afortunadamente todos formamos parte de esta comunidad de aprendizaje y en estas mismas herramientas se puede intercambiar y construir el conocimiento necesario para aprender juntos. Esta es otra de las ventajas de internet y de todas estas herramientas que hacen posible que la información y el conocimiento sea más democrático.
Les invitamos entonces a usar este espacio con ese espíritu liberador, educador y solidario que caracteriza a Fe y Alegría, recordando que es un mecanismo más para difundir y fortalecer el servicio a nuestras hermanas y hermanos.
Carlos Vargas
Director Nacional Fe y Alegría Ecuador